Los tres pilares del Tantra

Sobre la autopista de la evolución, todo el mundo, sea cual sea su opinión, se desplaza en la misma dirección. La mayoría de los viajeros piden « aventón »; los espíritus miedosos se amontonan en los autobuses de las religiones; los más audaces montan esas motos que son los esoterismos intelectuales. Sin embargo, sólo el iniciado posee un remolque (casa rodante) donde vivir y descansar mientras avanza hacia la liberación. Gracias a una conciencia semejante, el Tantra puede llevar a cabo su misión, sin sumisión a dioses o pertenencia a dogmas. Él extrae de sí mismo y de su propio pasado todo el poder necesario para su « auto-realización ».


Los primeros textos tántricos se remontan al siglo IV antes de nuestra era, y son parte de la tradición de la India, y se presumen revelados por algunas de sus deidades. Estos textos contienen algunos principios femeninos que asumen diferentes funciones, transformándose desde simple mujer, en amante, en gran madre o en semidiosa. Esta maravillosa filosofía de vida (El Tántra), alcanza su madurez hacia el año 1.100 (mil cien), cuando representa un cambio radical, al desligarse y considerar a los textos sagrados hindúes védicos como irrelevantes. También refuta con firmeza, el precepto de que la liberación solo se puede alcanzar por medio del ascetismo, o la meditación, y rechaza radicalmente el concepto de que se debe renunciar al mundo material para alcanzar la iluminación.