Poder y progreso
Nuestra lucha milenaria por la tecnología y la prosperidad
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3.0 • 2 calificaciones
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- $13.500
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Descripción editorial
Los prestigiosos economistas Daron Acemoglu y Simon Johnson demuestran que el desarrollo técnico es indispensable para el avance de la democracia
El progreso no es un destino predeterminado, sino que depende de las elecciones que hagamos sobre la tecnología. Esta reflexión resulta muy pertinente en un mundo donde los avances digitales y la robótica amenazan a nuestros empleos y a nuestras democracias a través de la automatización excesiva, la recopilación masiva de datos y la vigilancia intrusiva.
Los prestigiosos economistas Daron Acemoglu y Simon Johnson emprenden en este libro un impresionante recorrido por la historia y el futuro de la tecnología, desde la revolución agrícola del Neolítico al ascenso de la inteligencia artificial. Concluyen que el ser humano siempre puede permanecer en el asiento del conductor del desarrollo tecnológico, y decidir si sirve a los intereses de una élite o al bien común.
Poder y progreso ofrece una nueva interpretación de la economía política de la innovación y desafía el derrotismo de quienes asumen que el desarrollo técnico trae inevitablemente una concentración del poder y la riqueza. Acemoglu y Johnson demuestran que estos avances pueden convertirse en una herramienta de empoderamiento y democratización.
Este libro es un recordatorio esencial de que podemos y debemos recuperar el control de la tecnología y redirigir la innovación para que vuelva a beneficiar a la mayoría.
Reseñas de clientes
Sesgo de confirmación
Sobre un tema se pueden tener opiniones diversas pero no datos estadísticos distintos. El libro completo está construido sobre la tesis de que si los avances tecnológicos no son “humanizados” producirán desempleo y/o pérdida de ingresos a los incumbentes. Para desgracia del autor los datos duros destruyen su tesis. Hoy la tasa de desempleo es algo superior al 4% en EEUU (no el valor de 12% de la pandemia que usa el autor). Pero más importante aún, si se compara la calidad de vida de los más desfavorecidos los datos indican que estos viven mucho mejor que hace 50 años, 100 y ni hablar de los cazadores recolectores.
Es una lástima que la intencionalidad política de la tesis del autor olvidara los datos duros de la realidad que no solo destruyen su tesis sino que avalan el resultado contrario. Es decir, los avances tecnológicos han sido una fuente de mejora en la calidad de vida de la humanidad particularmente de los más desfavorecidos. La obsesión del autor por destruir a los ricos le hace olvidar a los más desfavorecidos y le ciega a la realidad. En suma, el autor padece del sesgo de confirmación.