Amistad Funesta
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Una frondosa magnolia; podada por el jardinero de la casa con manos demasiado academicas, cubria aquel domingo por la mañana con su sombra a los familiares de la casa de Lucia Jerez. Las grandes flores blancas de la magnolia, plenamente abiertas en sus ramas de hojas delgadas y puntiagudas, no parecian, bajo aquel cielo claro y en el patio de aquella casa amable, las flores del arbol, sino las del dia, ¡esas flores inmensas e inmaculadas, que se imaginan cuando se ama mucho! El alma humana tiene una gran necesidad de blancura. Desde conciencia de todas las virtudes, la posesion de las mejores cualidades, la arrogancia de los mas nobles sacrificios, no bastan a consolar el alma de un solo extravio.