El Hombre y el Mundo
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Puedes ver muchas estrellas en el cielo durante la noche, pero no cuando sale el sol. ¿Puedes, por eso, decir que no hay estrellas en el firmamento durante el día? ¡Oh hombre!, porque no ves a Dios en los días de tu ignorancia, no digas que Dios no existe.
Ha nacido en vano el hombre que, habiendo logrado el nacimiento humano, tan difícil de obtener, no trata de realizar a Dios en esta misma vida.
El hombre es recompensado de acuerdo con sus pensamientos y propósitos. El Señor es como el kalpataru, el árbol celestial que concede todo lo que uno desea. Cada cual obtiene de Él lo que busca. Si el hijo de un hombre pobre recibe instrucción, y después de ardua labor llega a ser juez de la Corte Suprema, puede pensar: “Ahora soy feliz, he llagado al último peldaño de la escalera”. (Haciendo eco a su pensamiento) el Señor le dice: “Muy bien. Quédate así”. Pero, cuando el juez de la Suprema Corte se jubila y analiza su pasado, entonces, comprende que ha desperdiciado su vida y exclama: “¿Qué obra real he cumplido en esta vida?” El señor también le dice: “Sí, ¡qué has hecho en toda tu vida!”