Saudade en el conticinio

“Captar en lo que se ha escrito,

el síntoma de lo que se ha callado”. Nietzsche

Sea usted testigo del cruce y vaivén de sentimientos que se aúnan en un individuo, a razón de un amor de adolescencia esfumado de sus manos, perdido entre la ciudad y sin forma humana, de ser recuperado.

La obra, propiamente, y a la medida de su lenguaje, explora la necedad, inquietud y ansiedad que emergen por la amargura del desamor, mientras paralelamente, deja al descubierto de sus vistas, el auténtico e indescriptible amor que puede sentir un hombre, por una mujer merecedora.

En el corazón aguardan múltiples emociones, que resultan en sensaciones e impresiones, ligadas inseparablemente a los sentires presentes en nuestro recóndito interior. A lo largo de nuestro añejamiento, cada cual encuentra su espacio para ejercer protagonismo, según el tiempo y momento dado. Este ejemplar reseña la evidencia de esto.

El autor, a través de las palabras, persigue jugar sensorialmente, invadir su cuerpo tangible e intangible, despertar viejos sabores y revivir empolvadas sensaciones.

Permita que sus sentidos sean sumergidos en un aura de incertidumbre, desvarío, y de marcadas excitaciones impensadas. No se haga ideas, lea con las puertas abiertas, déjese deslumbrar.

Así es esto, el amor puede exhibirse como una especie de locura, algún trastorno que nos hace inexplicablemente muy felices, optimistas en exceso. Provee de firmeza, se cree sin posibilidad de aparentes dudas, vuelca todo lo quimérico a un paso de la realidad.