Contra la dictadura violeta

He escrito estas páginas, que no me atrevo a llamar libro y dejo en alegato, a tirones y a golpe de noticia periodística. 

No he pretendido hacer de ellas tratado ni ensayo ni nada por el estilo. Y me ha salido lo que el lector tiene ante sí, poca cosa para lo que estuvo en mi mente antes de pasar al teclado: es lo que hay. 

Si ese lector se ha interesado previamente por el asunto del feminismo español, probablemente tendrá una idea más o menos formada al respecto. Y sabrá disculpar, seguro, la falta de referencias porque, hasta la fecha, son tan pocas que sólo los expertos navegadores por internet saben dar con ellas, escondidas en webs o blogs o vergonzantemente arrinconadas en los espacios de opinión de los lectores de los grandes medios que, vergonzosamente, siguen negando tribunas y columnas a quienes recelan del sagrado icono feminista, inatacable, irrefutable, incuestionable, a juzgar por lo poco o nada que publican en contra del feminismo institucionalizado. Me permito citar aquí los dos únicos libros editados en España, que yo sepa, a día de hoy, y divergentes con respecto a la políticamente correcta posición oficial, oficiosa, prevalente y, casi única, con respecto al feminismo: La dictadura de género, del famoso juez Francisco Serrano y El varón castrado, del que es autor el periodista José Díaz Herrera. (Cuando daba por acabadas mis páginas y rebuscando en internet, encuentro otro libro, Hombres víctimas y mujeres agresoras. La cara oculta de la violencia entre sexos. Su autora, Mª Paz Toldos Romero, es doctora en Psicología y profesora en una universidad mexicana). Que asunto tan complicado como es el antifeminismo admita bibliografía tan menguada, ya apunta al corazón del problema: el feminismo se ha pervertido en dictadura: que no se llevan nada bien los dictadores –dictadoras- con quienes no les bailan el agua…

Al más adentrado que yo mismo en este peliagudo y peligroso tema, quizás le sirvan mis razonamientos para diseñar mejor respuesta a los imparables avances del feminismo, de victoria en victoria –indudables-… esperemos que hasta la derrota final –más que dudosa-.  

Y a quienes se escandalizan y se revuelven ante el simple apelativo, antifeminismo, antifeminista, estas páginas, acaso, les sean de utilidad a los solos efectos de reconocer y, ojalá, admitir en el panorama intelectual y político español la existencia de una opción, tan legítima como cualquier otra y, hasta hoy, ridiculizada, apartada, discriminada, demonizada y proscrita, el antifeminismo: aquí estamos, los antifeministas, hartos, y queremos decir la nuestra: entérese, Rodríguez, entérese Iglesias, entérense, en América, Pajín y Aído, Fernández en su cómodo sillón del Consejo de Estado, si es que no le obnubilan los 75.000 que le cuestan al contribuyente español mantenerla –bien retocada- en ese cementerio de elefantes, a mayor gloria del feminismo institucionalizado español por el que tanto hizo…entérense, en fin, todos quienes se han bajado los pantalones al avance del rodillo feminista, que son multitud en este país de morondanga, en que hay que hacerse héroe para proclamar la luz del día.

Bien, aquel lector que desee ahorrarse tiempo y esfuerzo, puede enterarse por encima de lo que propongo, leyendo sólo el preámbulo, los supuestos y las conclusiones: que hoy día hay mucho que leer para el poco tiempo de que disponemos. Si le quedan ganas, el Manifiesto masculino. Los que llamo “episodios feministas”, son pinceladas al rebufo que levantan las noticias cotidianas. No guardan orden sucesivo y se pueden leer con independencia de sus vecinos. Son prescindibles, vaya, si sólo se pretende una rápida mirada crítica al feminismo… y a su contrario; pero apuntan a iluminar la infinidad de rincones en que se agazapan el feminismo y sus, a menudo, retorcidos argumentos y aviesos procederes.