Cuando vivir no es para siempre

Nací condenada a morir. Todos estamos destinados a lo mismo, pero mi corazón descompuesto me lo anunció desde que llegué a este mundo.

Ana Cecilia González descubrió que la vida tan normal que había llevado, como cualquier otra persona, causaba admiración inusitada entre los médicos que la atendieron en Houston. Ellos nunca habían tratado a una mujer de 24 años con su malformación, sin ninguna intervención quirúrgica y que además había tenido una hija.

Y es que la protagonista de esta historia nació con una cardiopatía congénita muy compleja. Por lo general, los jóvenes con esta anomalía, tienen una muy baja expectativa de vida. Algunos solo logran llegar a los dieciséis años. Ana Cecilia superó todos los pronósticos.

El relato personal de la autora, más allá de un caso clínico que ha sorprendido a los mejores especialistas, es una revelación inspiradora sobre cómo sobreponerse a las adversidades y continuar a pesar de que todo parezca en contra.

Una serie de circunstancias fortuitas me han permitido continuar aquí.