Ahora contaminamos nosotros

Ahora contaminamos nosotros utiliza como título un argumento oído a menudo en las negociaciones sobre el cambio climático, donde las naciones menos desarrolladas sugieren que dado que las naciones desarrolladas generaron la mayor parte de la contaminación del pasado, ahora tienen la obligación histórica de satisfacer los costes asociados con la atenuación del cambio climático o la adaptación al mismo. Simultáneamente, argumentan que dado que la contaminación de la industrialización es una consecuencia inevitable del desarrollo, las naciones en vías de desarrollo han de contaminar para conseguir el crecimiento económico.

Decir lo contrario no es nada nuevo, lo que falta en el discurso es explicar claramente el crecimiento ecológico como una alternativa que combina perfectamente algo tan aparentemente opuesto como el desarrollo con los objetivos ecológicos y sociales. Lo que también falta en los discursos es una la estrategia multisectorial del desarrollo sostenible en la que se conjunten las distintas facetas del desarrollo sostenible y se aproveche el enfoque combinado. Este es el viaje que se explica en las páginas de "Ahora contaminamos nosotros".

Tras profundizar en la sostenibilidad, el libro presenta el valor del medioambiente y ofrece formas de solucionar los errores de la monetarización del medioambiente, para continuar con una narración general de la acción (¿o es inacción?) climática. También la energía, elemento que juega un papel clave en el funcionamiento de hogares y economías, necesita un buen análisis que se ofrece en uno de los últimos capítulos. Lo que diferencia a teste libro es el enfoque holístico con que conecta los distintos aspectos para trazar una imagen más completa de cómo avanzamos, lo que se explica en el capítulo final sobre desarrollo sostenible, con ejemplos, lecciones y reflexiones.

Finalmente, estamos juntos en esto, en nuestro hogar compartido, la Tierra, y la mejor forma de comunicar es explicar historias sobre las tensiones de la sostenibilidad, para humanizar y simplificar el mensaje. Por ello cada capítulo termina con una historia y, en un caso, un poema.