Sembradores del desierto

¿Te habías dado cuenta de que vivimos todos en un inmenso desierto? La humanidad yace adormecida por los encantamientos del mundo en el que vivimos y son muchos los que aún no han comprendido el verdadero sentido de la vida. 

Cada vez hay más soledad en nuestro mundo. Somos muchos y estamos juntos; sin embargo, nos sentimos solos. La soledad no es buena consejera. La soledad y el desamparo crean espejismos poderosos, que nos tienen alienados con sus falsas promesas. La soledad es más honda que la comunicación. Se han fabricado aparatos para comunicarnos mejor en el páramo; pero sólo han conseguido alienarnos más, creando lazos imaginarios con gente que ni conoces —porque viven al otro lado del desierto—; y se levantan murallas para los que están a tu lado. Hay señal de Wi-Fi a lo largo y ancho de nuestro desierto, mas no queda seña de comunión Sólo hay una gran red de vacío sobre nosotros.

No hemos aprendido a controlar nuestras emociones, aunque estamos familiarizados con la noción de inteligencia emocional. Hacemos la guerra igual que en el tiempo del arco y la flecha —aunque sí hemos inventado nuevas formas—. Aún se da cabida al odio en el corazón de muchos, igual que en los tiempos de Caín y Abel. No hemos aprendido a perdonar y para eso hemos tenido miles de años.

El ser humano no ha logrado superar la indiferencia y el egoísmo, que tanto daño nos han hecho través de la historia. Aún no hemos aprendido el arte de vivir. Y no existe arte tan sublime como este, ni tan necesario para todos. 

¿Y, tú, ya sabes vivir?; o sigues sólo gastando tus días sin saber para qué. Sobrevivir y vivir no es lo mismo. La vida se escurre como agua entre los dedos mientras buscamos el bienestar material en este mundo.

Los que han adquirido la sabiduría necesaria para saber vivir han sido personas que han logrando convertirse en una encarnación del amor. Por eso, te invito a despertar y vivir tu vida de manera digna; digna del fin para el cual fuiste creado. Vive el arte de amar y amarás el arte de vivir.

Sólo amando es como se vive dignamente. Pregúntate si acaso has adquirido esta excelsa sabiduría de saber qué es y como administrar la vida. Descubre que el amor al que debemos aspirar no es una mera cuestión de romanticismo, sino de donación personal: la entrega total de tu persona por el bien de otros. Piensa si logras refrenar los ataques de ira, de odio y de rencor. Sigue escudriñándote para descubrir si logras reconocer y controlar la venganza, la traición o el desquite. Piensa si has aprendido a ser fiel al amor y a tus promesas. Por último, intenta discernir si eres justo y honesto en todo.

Si todo lo anterior ya ha sido conquistado por ti, no cabe duda que ya has comenzado a aprender. Sí, eso supondría sólo el inicio. Porque todos esos males —que han estado presentes entre nosotros desde tiempo inmemorial— destruyen. Empero, a este mundo hemos venido a construir. Dejar de destruir es sólo un buen inicio. Ahora debes comenzar a construir y ser un milagro para los demás.

Los seres humanos nos proponemos distintos objetivos para vivir, algunos más dignos que otros. Pero no todos acertamos en aspirar a lo más alto y propio del hombre: amar de verdad. Y nuestro mundo sólo dejará de ser un desierto árido y sin vida el día en que volvamos a sembrar el amor auténtico en nuestros corazones. Y esto es muy posible. Con este libro sabrás exactamente cómo conseguirlo. 

Vivir mucho o vivir poco no es lo esencial, sino vivir bien. Vivir bien y gozar del bienestar no son lo mismo. Aunque el bienestar es por todos pretendido, el vivir bien es de más valor. Bienestar es sólo eso: estar bien. Mientras que el vivir bien supone ser una encarnación milagrosa del amor. El mundo jamás habrá de recordar a quien sólo logró estar bien; empero, el mundo jamás olvida al que fue bueno e hizo el bien. ¡Cómo poder olvidar el prodigio del amor!