Teosofía Revelada
Diálogos Místicos
Descripción editorial
El discípulo dijo a su maestro: Señor, ¿cómo puedo alcanzar la vida suprasensible, de modo que pueda ver a Dios, y le pueda oír hablar?
El maestro respondió y dijo: Hijo mío, cuando puedas arrojarte a Aquello en donde no mora criatura alguna, aunque no fuera más que por un instante, entonces escucharás lo que Dios habla.
Discípulo.— ¿Está ello allá donde no hay criatura alguna que habite en las proximidades; o se encuentra lejos?
Maestro.— Se encuentra en ti. Y si por un momento, hijo mío, pudieras cesar de todo tu pensamiento y voluntad escucharías las impronunciables palabras de Dios.
Discípulo.— ¿Cómo puedo oírle hablar cuando detengo mis pensamientos y mi voluntad?
Maestro.— Cuando detengas el pensamiento de ti mismo, y la voluntad de ti mismo; «cuando tanto tu intelecto como tu voluntad estén en calma, y pasivos frente a las impresiones de la Palabra y del Espíritu Eternos; y cuando tu alma vuele por encima de lo temporal, de los sentidos externos, y tu imaginación sea aprisionada por la abstracción santa», entonces la escucha, la visión y el habla eternas se revelarán dentro de ti. Entonces Dios escucha «y ve a través de ti», pues eres ahora un órgano de su espíritu. Y Dios habla entonces de ti, y susurra a tu espíritu y tu espíritu escucha su voz. Bendito seas por tanto si puedes detener la rueda de tu imaginación y de tus sentidos; pues gracias a esto podrás finalmente llegar a ver la gran salvación de Dios, habiéndote vuelto capaz de toda clase de sensaciones divinas y comunicaciones celestiales. Pues no son sino tu propia escucha y tu propia voluntad quienes obstaculizan, de modo que te impiden ver y oír a Dios.