Caminante Extraño

Entre lágrimas no derramadas y un cuerpo que insinuaba descanso, se impuso el insomnio y cada noche me mantenía despierta, plasmando en letras un sueño aterrador, una pesadilla que la visualizaba despierta. Era el dolor por la pérdida que dominaba mis emociones. Era la frustración, de no tener la capacidad para regresar los signos vitales a quien me hubiera dado la oportunidad de vivir, de existir.  Era la aceptación de la partida inesperada, de quien menos hubiera imaginado desear irse.  Era el beso con mayor entrega, a unos labios fríos, que hubiere dado jamás.  


Era el corazón paralizándose al mismo tiempo que el cerebro, al menos por una milésima de segundo. Era la inconciencia que llegaba a la culpa y luego a la resignación, pero que volvía a la culpa y luego a la mas profunda tristeza que hacia trizas el corazón.  Era el miedo por perder la presencia de quien siempre estuviere. Son las ganas de conservar a ese superhéroe que tanto entregó.  Son las herramientas, son los aromas de la cocina, son los libros leídos, los inventos improvisados.  Es la pasión y entrega desinteresada que perdura. 


Soy yo haciendo un pacto con la tristeza. Soy yo aceptando con amor su tan merecido descanso, pero inmortalizándolo en letras que del cauce de mis ojos desbordan y se transforman en un tributo que es este relato.