Caminos 2017-1
Revista de Sabiduría Tradicional
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LA INTELIGENCIA HUMANA es esencialmente objetiva, y por lo tanto total: es capaz de juicio desinteresado, de razonamiento y de meditación asimiladora y deificante, con la ayuda de la gracia. Este carácter de objetividad pertenece igualmente a la voluntad —es este carácter el que la hace humana— y es por esto por lo que nuestra voluntad es libre, es decir, capaz de superación, de sacrificio, de ascesis; nuestra voluntad no se inspira solo en nuestros deseos, se inspira fundamentalmente en la verdad, y esta es independiente de nuestros intereses inmediatos. Lo mismo puede decirse de nuestra alma, nuestra sensibilidad, nuestra capacidad de amar: siendo humana, es por definición objetiva, luego desinteresada en su esencia o en su perfección primordial e inocente; es capaz de bondad, de generosidad, de compasión. Esto quiere decir que es capaz de encontrar su felicidad en la de los demás y en detrimento de sus propias satisfacciones; asimismo, es capaz de encontrar su felicidad más allá de sí misma, en su personalidad celestial, que no es todavía completamente la suya. De esta naturaleza específica, hecha de totalidad y de objetividad, derivan la vocación del hombre, sus derechos y deberes.