“ Cifrados ”
Publisher Description
“ Cifrados ”
El lenguaje invisible
La lluvia caía a cántaros, un aguacero implacable que pintaba el mundo de tonos grises. La Dra. Elara Quinn se encontraba bajo el magro refugio de un antiguo arco, con los ojos fijos en la fachada desmoronada de la Biblioteca de Lenguas Perdidas. Era un edificio sin pretensiones, escondido en un rincón olvidado de la ciudad, con su entrada casi devorada por la hiedra y el tiempo. Pero Elara lo sabía mejor. Detrás de esas piedras desgastadas se encuentran los secretos de civilizaciones desaparecidas hace mucho tiempo, los susurros de voces que habían sido silenciadas durante milenios.
Elara siempre se había sentido atraída por el pasado, por los misterios que encerraba y el conocimiento que prometía. Su primer recuerdo de esta fascinación fue un libro que había encontrado cuando era niña, escondido en un rincón polvoriento del ático de su abuela. Era un tomo desgastado, encuadernado en cuero, lleno de símbolos extraños y escritura indescifrable. Había pasado horas estudiando minuciosamente sus páginas, cautivada por el enigma que presentaba. Ese momento había desencadenado una obsesión que la había llevado por un camino de lenguas antiguas y códigos olvidados.
Cuando entró en la biblioteca poco iluminada, la envolvió el familiar olor a papel viejo y tinta, un reconfortante recordatorio de las innumerables horas que había pasado en lugares como éste. El interior era un laberinto de estanterías repletas de manuscritos y pergaminos, algunos tan frágiles que parecían desmoronarse bajo el peso de su propia historia. Los dedos de Elara rozaron los lomos de los libros mientras caminaba, con una silenciosa reverencia en sus movimientos.
El manuscrito le había llegado por casualidad, o eso parecía. Un colega, un anticuario de dudosa reputación, lo había encontrado enterrado en los archivos de un pequeño museo del norte de Italia. Conocía la experiencia de Elara y se la envió, junto con una nota críptica: "Puede que esto te resulte interesante". Elara casi lo había descartado, su atención se centró en otros proyectos, pero algo en el manuscrito la había atraído. El lenguaje no se parecía a nada que hubiera visto antes, una compleja maraña de símbolos y glifos que desafiaba todos sus intentos de traducción.
Durante semanas, había estado pensando en ello, impulsada por una compulsión que no podía explicar del todo. Cuanto más estudiaba el texto, más segura estaba de que contenía algo extraordinario, algo que podría cambiar todo lo que creía saber sobre el mundo antiguo. Y, sin embargo, las respuestas permanecían frustrantemente fuera de nuestro alcance, escondidas dentro de las capas del cifrado.
Llegó al otro extremo de la biblioteca, donde la esperaba un escritorio solitario, iluminado por una única lámpara. El manuscrito yacía abierto, con las páginas amarillentas por el tiempo y la tinta descolorida pero aún legible. Elara se sentó y entrecerró los ojos mientras se concentraba en el guión. Los símbolos parecían bailar ante sus ojos, burlándose de ella con su secreto. Había probado todos los métodos que conocía, todos los trucos lingüísticos y técnicas de descifrado de códigos, pero el manuscrito se resistía a todos ellos.
Pero esta noche algo se sentía diferente. Había tensión en el aire, una sensación de revelación inminente. El corazón de Elara se aceleró cuando cogió su bolígrafo y su mente repasó las posibilidades. Había un patrón aquí, estaba segura de ello. Una clave que desbloquearía el significado del texto. Sólo necesitaba encontrarlo.
Las horas pasaron borrosas, la lluvia afuera era un telón de fondo constante y rítmico para su trabajo. Elara estaba tan absorta en el manuscrito que apenas notó el paso del tiempo. Estaba cerca, podía sentirlo. Los símbolos empezaban a tener sentido, formando palabras, frases, ideas. Y entonces, de repente, hizo clic.
Se le cortó el aliento cuando el significado del texto comenzó a desarrollarse ante sus ojos. Era un mensaje, una advertencia de un tiempo lejano, escrito en un idioma que había sido olvidado por el mundo. Pero no fue sólo el contenido del mensaje lo que la conmovió. Eran las implicaciones de lo que había encontrado. El manuscrito hablaba de una sociedad oculta, los cifradores , que habían custodiado durante siglos el conocimiento antiguo, un conocimiento que podría remodelar el mundo si alguna vez cayera en las manos equivocadas.
La mente de Elara se aceleró mientras intentaba procesar lo que estaba leyendo. Esto fue más que un simple descubrimiento académico. Esto era algo que podría cambiar el curso de la historia. Pero a medida que el peso de su descubrimiento se asentó, también lo hizo una sensación de inquietud. Si los Cipherianos fueran reales y hubieran mantenido oculto este secreto durante tanto tiempo, ¿qué harían para protegerlo? ¿Y qué le harían a alguien que hubiera descubierto sus secretos?
El sonido de una puerta al abrirse rompió su concentración. Elara miró hacia arriba y entrecerró los ojos al ver una figura parada en la entrada. El hombre era alto, de rasgos afilados y una mirada fría y calculadora. Estaba vestido con un traje oscuro, su postura era tensa, como si estuviera listo para entrar en acción en cualquier momento.
"Dr. Quinn", dijo, su voz suave pero con un tono que puso a Elara en guardia. "Creo que tienes algo que nos pertenece".