"Soledad" "Soledad"

"Soledad‪"‬

Descripción editorial

"Soledad"


En el pueblo pintoresco, donde se entrelazan los susurros,

El joven Julián deambulaba, con el corazón consagrado en la arrepentimiento,

Su amor por Elena, divino, benigno,

Aún no ha regresado, con el alma dolorida y torcida.


A través de calles adoquinadas y prados verdes vagaba,

Buscando consuelo en el suave fluir del río,

Pero en lo más profundo de la noche, soñaba con su hogar,

Y en sus sueños, el rostro de la dulce Elena brilla.


Una víspera cuando el crepúsculo besaba los prados con su luz,

Julián, perdido en sus pensamientos, tropezó,

Un parche de flores, fragantes, puras y brillantes,

Sus pétalos, como su amor por ella, deshechos.


Se arrodilló entre las flores, con el corazón al descubierto,

Y susurró suavemente: "Elena, ¿te importa?"


Pero allí el silencio era su única compañía,

Mientras la naturaleza escuchaba la desesperación de su corazón.


Sin embargo, en ese momento, bajo el suave brillo de la luna,

Un susurro se agitó, una presencia a su lado,

Y volviéndose Julián vio un rayo tierno,

Cuando Elena salió de las sombras, una guía silenciosa.


"Julian", habló, su voz era una suave brisa,

"He visto tus versos, oído el lamento de tu corazón,

En cada línea he sentido el malestar de tu alma,

Y conocí el amor que nunca has enviado."


El corazón de Julián se aceleró, la esperanza y el miedo entrelazados.

¿Podría ser que ella lo supiera, podría brillar la luz del amor?

Pero los ojos de Elena no contenían nada más que bondad verdadera.

Cuando extendió la mano, su toque volvió a ser un bálsamo.


"Porque tú, amigo mío, me has mostrado la verdadera gracia del amor,

En tus palabras, he encontrado un espacio sagrado,

Aunque mi corazón pertenece a la mano de otro,

Apreciaré al tuyo, como amigo, en esta dulce tierra".


Con lágrimas de gratitud, Julián abrazó,

La dulzura agridulce del amor, tan bellamente trazada.

Y cuando se separaron, la luz de la luna besó la noche,

Julian encontró consuelo en la suave luz del amor.


A través de las estaciones, el amor de Julian perduró,

En la soledad, su corazón permaneció seguro,

Porque aunque el amor de Elena nunca sería,

En el abrazo de la amistad, encontró su ensoñación.


Y en el prado, bajo el cielo azul,

Escribiría sus versos, dejaría volar su espíritu,

Porque en la belleza del dulce abrazo de la naturaleza,

Julián encontró su consuelo, su lugar sagrado.


Y así, querido lector, que este cuento te recuerde,

Que la verdadera esencia del amor no se limita,

A corazones que laten en perfecta armonía,

Pero en los lazos de la amistad, eternamente.


Así que valoremos cada conexión querida,

Porque en las innumerables formas del amor no hay miedo,

Y aunque nuestros corazones puedan sufrir y anhelar en vano,

En el abrazo del amor, encontraremos nuestra paz nuevamente.


En el pintoresco pueblo del corazón de Julian,

Un amor, tácito, desgarró su alma.

Elena, hermosa como la primera suave luz del amanecer,

Sin darse cuenta del amor de Julián emprendió la huida.


A través de calles adoquinadas y campos de color verde esmeralda,

Deambuló, perdido en pensamientos de lo que podría haber sido.

En vastos prados, donde las flores bailaban de alegría,

Buscó consuelo bajo el sauce.


Pero a medida que las estaciones cambiaban y los días se hacían más largos,

Su amor por Elena sólo se hizo más profundo.

Anhelaba contarle el deseo de su corazón,

Para encender su alma con el propio fuego del amor.


Sin embargo, el miedo lo mantuvo apretado con cadenas de silencio,

Y entonces él la miró desde las sombras, ¿verdad?


Un día mientras caminaba por la corriente del río,

Vio a Elena, perdida en sus pensamientos, radiante.

Con coraje nacido de las profundidades de un vasto anhelo,

Se acercó a ella, su corazón latía aceleradamente.


"Elena", susurró, con la voz suave y temblorosa.

"Perdónenme si mis palabras parecen bastante tontas.

Pero en tu presencia encuentro paz y luz,

Y en tu ausencia, la oscuridad vela mi vista."


Elena se volvió, sus ojos como un mar apacible,

"A menudo me he preguntado qué pensabas de mí.

Tus palabras, aunque inesperadas, tocan mi alma,

Y en tu presencia también yo encuentro mi totalidad."


Sus manos se tocaron, un momento fugaz compartido,

Pero el destino, cruel, dejó a Julián asustado.

Porque aunque las palabras de Elena le alegraron,

Sabía que su amor seguía siendo leve y no correspondido.


Aún así, caminaron juntos por el recodo del río,

Dos almas entrelazadas, pero destinadas a no sanar.

Porque en esta historia de la canción agridulce del amor,

A veces, el dolor del corazón dura demasiado.


Pero Julián, aunque su corazón estaba partido en dos,

Encontró consuelo en la belleza que conocía.

Porque en la pradera y a la orilla del río,

Encontró un amor que nunca podría negarse.


Y así caminaba, con la cabeza en alto,

Abrazando la soledad bajo el cielo.

Porque aunque su amor permaneció para siempre sin reclamar,

En el abrazo de la naturaleza, su corazón permaneció indómito.


Y aunque las estaciones cambiaron y los años pasaron,

El amor de Julián por Elena nunca murió.

Porque en su poesía viviría su memoria,

Un testimonio del amor que no pudo dar.


Así que que este soneto sea un homenaje verdadero,

Al amor de Julián, tan puro y tan verdadero.

Porque en su corazón, aunque esté roto,

Encontró un amor que liberó su espíritu.


En el pintoresco pueblo del corazón de Julian,

Donde las calles adoquinadas y los susurros se separan suavemente,

Allí habita un poeta, joven y profundamente conmovido,

Por el dulce canto del amor, aunque dolorosamente no probado.


Julian, un alma de gracia tierna e introspectiva,

Cuyas fibras del corazón tocaron el suave rostro de Elena,

En cada susurro del viento, encontraría su nombre.

En cada flor de primavera, su esencia se entrelazaba.


Pero Elena, bella y enigmática doncella,

Sin darse cuenta del amor de Julián, su corazón inquebrantable,

Se movía por la vida con gracia, pero con mirada lejana,

Su mente a la deriva en sueños de días lejanos.


Para Julián, la pradera era su espacio sagrado,

Donde se retiraría para encontrar su consuelo,

Debajo del dosel de color verde esmeralda,

Su corazón se derramó en versos aún no vistos.


Una cálida víspera, mientras el crepúsculo caía suavemente,

En medio de las flores del prado, el corazón de Julián se hinchó,

Porque allí, bajo la luz dorada del atardecer,

Se dio cuenta de su amor por Elena, brillante.


Una repentina ráfaga de viento, un susurro susurrado,

Y Julián sintió su corazón alzar el vuelo, volar,

En el reino del mar inexplorado del amor,

Donde olas de anhelo chocaron, salvajes y libres.


Pero Elena, perdida en su propio mundo,

Sus pensamientos a la deriva, su mirada sacudida por una tempestad,

Permaneció ajeno al dolor de Julián,

Mientras soportaba el peso del amor, en vano.


A lo largo de los cambios de estaciones, Julian buscó,

En el abrazo de la naturaleza, el consuelo que buscaba,

Desde las flores de la pradera hasta el fluir del río,

Encontró en los brazos de la naturaleza su refugio y su desgracia.


Aún así, anhelaba dejar su corazón al descubierto,

Para contarle a Elena el amor que se atrevió,

Pero el miedo se impuso y el silencio reinó supremo.

Mientras el corazón de Julian seguía siendo sólo un sueño.


Y así, derramó su amor en cada línea,

Su poesía es un recipiente, puro y fino,

Un testimonio de la llama duradera del amor,

Una oda silenciosa al nombre de Elena.


Pero en medio del dolor y el anhelo, hubo destellos brillantes,

Momentos de alegría que traspasaron la noche más oscura,

En la risa de los niños, en el cálido abrazo del sol,

Julian encontró fugaces momentos de gracia.


A través de su viaje de amor no correspondido,

Julian aprendió que el amor, aunque a menudo carente de él,

La reciprocidad que tan fervientemente buscó,

Todavía podría traer consuelo, lecciones compradas muy caras.


A medida que las estaciones cambiaban y el tiempo avanzaba,

El corazón de Julián se cansó, pero aún brillaba,

Con un amor que ardía eterno, brillante y verdadero,

Un faro en la oscuridad, una nueva luz guía.


Y así, querido lector, a medida que nuestra historia se acerca,

Sepa que el viaje del amor, aunque a menudo esté plagado de suspiros,

Es un testimonio de la resiliencia del alma humana,

Un viaje de crecimiento, del brillo duradero del amor.


Para Julian, aunque su amor puede permanecer tácito,

Ha encontrado en la soledad un amor inquebrantable,

Y en el abrazo de la tierna gracia de la naturaleza,

Ha descubierto la belleza de la persecución interminable del amor.


Así que levantemos una copa por la difícil situación de Julian.

Al dulce dolor del amor, a su vuelo sin fin,

Porque en el corazón del verso de cada poeta,

Miente la esencia del amor, su bendición, su maldición.


En el pintoresco pueblo de colinas onduladas y árboles susurrantes,

Allí vivía un joven poeta, Julián, perdido en la inquietud del amor.

Su corazón, un recipiente frágil, guardaba querido el nombre de Elena,

Sin embargo, ella, en su enigma, permaneció inconsciente, confusa.


Por calles empedradas y prados verdes,

Julian deambuló, un alma invisible.

Sus versos se derramaron como ríos anchos,

Pero la mirada de Elena nunca se mantuvo.


En el abrazo de la pradera, Julián encontró dulce consuelo,

Entre flores silvestres bailando, su corazón latía.

Sin embargo, en el suave fluir del río, encontraría sus lágrimas,

Porque la indiferencia de Elena resonó a través de los años.


Una víspera de verano, "bajo un cielo de tonos pintados,

Julian estaba sentado en el prado, con el corazón rompiéndole de nuevo.

Sus ojos, iluminados por lágrimas no derramadas,

Recordó el momento en que su amor había encendido los temores.


Fue en este mismo lugar, donde los sueños volaron,

Que Julián vio por primera vez a Elena, bañada en una luz dorada.

Su risa, como una melodía, bailaba en la brisa,

Y el corazón de Julian se aceleró, embelesado por su tranquilidad.


Pero a medida que pasaban las estaciones y pasaba el tiempo,

El amor de Julián siguió siendo una canción silenciosa.

Para Elena, perdida en el abrazo de su propio mundo,

Permaneció ajeno a la gentil gracia de su amor.


En el pueblo, crecieron los rumores sobre la difícil situación de Julian,

Mientras los vecinos lo veían deambular, perdido en una noche de amor.

Sin embargo, Julián, con su pluma y su pergamino en la mano,

Encontró consuelo en sus versos, en medio de la arena movediza del amor.


Derramó su corazón en cada línea,

Esperando captar la mirada de Elena, divina.

Pero ella, en su olvido, permaneció intacta,

Mientras el corazón de Julian sangraba, el fuego de su amor no se apagaba.


Y así, las estaciones cambiaron, de la primavera al resplandor del verano,

Mientras Julian luchaba contra el incesante flujo y reflujo del amor.

A través del desamor y el anhelo, encontró su camino,

En medio del abrazo del prado, donde dominan los sueños.


Pero aún así, en medio de la belleza del tierno beso de la naturaleza,

El corazón de Julian dolía por la dulce dicha de Elena.

Porque en su ausencia sólo encontró soledad,

El lamento de un poeta, en el interludio del amor.


Sin embargo, cuando el sol se puso en otro día de verano,

Julián se dio cuenta de que el amor encontraría su camino.

Porque en lo más profundo del anhelo de su propio corazón,

Descubrió un amor que siempre ardía.


Y así, con pluma en mano y corazón encendido,

Julián prometió continuar su vuelo poético.

Porque aunque el amor de Elena nunca exista,

En el abrazo de la soledad encontró su poesía.


En el pintoresco pueblo del corazón de Julian,

Donde las calles adoquinadas serpentean bajo el cielo azul,

Un poeta suspira, su amor es una obra de arte,

Sin embargo, el corazón de Elena sigue siendo un misterio.


Cada día, Julián teje sus versos verdaderos,

Su tinta la sangre que mana de la llama de la pasión,

Pero Elena, con ojos como el rocío de la mañana,

Permanece ajeno al dulce reclamo del amor.


En medio del prado, donde se mecen las flores silvestres,

Julian busca consuelo ante el cruel aguijón de su amor.

Bajo el cálido abrazo del sol, él se quedaría,

Con la esperanza de que su dolor desapareciera.


Pero Elena, en su propio mundo aparte,

No conoce las profundidades del corazón amoroso de Julian.


Cada temporada que pasa, el dolor de Julián crece,

A medida que el calor del verano da paso al frío del otoño,

Su amor por Elena, como una rosa carmesí,

Florece en su corazón, pero permanece insatisfecho.


Vaga por el suave fluir del río,

Donde los susurros del viento hacen eco de sus suspiros,

Sin embargo, en el abrazo de la naturaleza encuentra consuelo.

En la belleza que lo rodea, lo intenta.


Pero Elena, en su propio mundo a la deriva,

Permanece intacto por el sincero regalo de Julian.


Una tarde, "bajo la luz suave y parpadeante de las estrellas,

Julian reúne el coraje para revelar su verdad.

Con palabras temblorosas, desnuda su alma abiertamente,

Confesar amor, a pesar del riesgo, es grosero.


Pero Elena, con ojos como cielos iluminados por la luna,

Está sorprendido por la profundidad de la súplica de Julian,

Aunque conmovida por sus palabras, ella lo niega en voz baja.

Su amor, un sueño que nunca llegó a ser.


Con el corazón apesadumbrado, Julián se aparta de su vista.

Su amor, un faro perdido en una noche interminable.


Aun así, Julian encuentra consuelo en su arte.

Cada línea es un testimonio del cruel destino del amor.

En poesía, derrama su corazón sangrante,

Encontrar consuelo en las palabras que crea.


Porque aunque Elena nunca pueda ver realmente,

El amor que siente por ella siempre será.


En un pueblo pintoresco, donde los adoquines se besaban,

Y los prados florecieron de flores al sol,

Vivía un poeta, Julián, que desestimaba

Todos los demás menos Elena, la amada de su corazón.


A través de la danza de las estaciones, desde el abrazo de la primavera hasta junio,

El amor de Julián por Elena sólo creció,

Sin embargo, ella, ajena, bajo la luna,

Permaneció distante, nunca conoció sus afectos.


En soledad, buscó su consuelo profundo,

Donde el susurro de la pradera y el fluir del río conspiraban,

Para reparar su corazón, en los brazos de la naturaleza para dormir,

Y encontrar en verso el amor que tanto deseaba.


Pero a medida que los días se hicieron más largos y las sombras cayeron,

Julian sabía que su amor seguiría siendo su hechizo.


En el abrazo del prado, Julián encontró,

Un santuario de la mirada cruel del mundo,

Con bolígrafo en mano, las emociones de su corazón atadas,

Derramó su amor en sonetos, noches y días.


"Oh Elena hermosa, con ojos como el rocío de la mañana,

Mi amor por ti, una llama que nunca morirá,

Sin embargo, lágrimas silenciosas deben lamentar mi corazón solitario,

Porque no eres más que un sueño, un suspiro susurrado".


Pero mientras escribía sus versos, agridulces,

Una voz detrás de él agitó el aire tranquilo.

Era Elena, sus pasos ligeros y veloces,

Con ojos curiosos, hizo una pausa, con el corazón al descubierto.


"Julián, ¿qué belleza encuentras en la rima?

Tus palabras conmueven mi alma, aunque no sé por qué ".

Con manos temblorosas, encontró su mirada a tiempo.

Y se atrevió a tener esperanza bajo el cielo de verano.

GÉNERO
Ficción y literatura
PUBLICADO
2024
2 de mayo
IDIOMA
ES
Español
EXTENSIÓN
330
Páginas
EDITORIAL
Kyriakh Kampouridoy
VENDEDOR
KYRIAKH KAMPOURIDOY
TAMAÑO
1.3
MB

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